Que pena me da...

Hoy por la mañana hice lo que habitualmente hago todos los días: leer el periódico, a veces es importante saber lo que pasa en el mundo, y no nada más el último chisme de Niurka y Bobby o la Tigresa, ya que eso no deja más que personas lelas y con un capital cultural de quinto mundo.

Sin embargo, hoy una nota que llamó especial atención: Después de haber estado arraigados en un hotel por cerca de una semana, una pareja de individuos pasaban a ensanchar las estadísticas en el Centro de Readaptación Social (¿?) de Mexicali, al ser detenidos y confesar la muerte de sus hijas de 3 y 2 años de edad. El hombre, que de eso nada más tiene el nombre, confesó que castigaba de manera salvaje a las criaturas porque no soportaba que se orinaran en la noche, ya que las niñas, la madre y él dormían en la misma cama. Muchas veces los niños no tienen control sobre sus funciones fisiológicas, muchos menos a la edad de las niñas, y mucho menos a la hora de dormir, pero este individuo, que creo que nunca se orinó en la cama, no se tentaba el corazón para maltratar a sus hijastras; con la actitud solapadora de la madre, quien tuvo miedo a denunciar las actitudes cobardes de este individuo, pero no la exime de responsabilidades, porque eran sus hijas... ¿o a poco una madre no haría lo posible por defenderlas y buscar su bienestar?

Creo que la violencia en cualquier tiempo y lugar no tiene razón de ser, pero la violencia contra los niños es injustificable y por lo tanto imperdonable, me da vergüenza y rabia ver como gente sin razón cargan su mano contra niños indefensos, que podrán ser traviesos, pero no hay nada mejor que la comunicación y la educación para corregir el comportamiento de un niño, y para ese par de infelices, asesinos y cobardes, espero que todo el rigor de la ley caiga sobre ellos y puedan soportar el golpe de pasar el resto de su vida en la cárcel, un golpe que va a pesar más que aquel con el que dieron muerte a sus propias hijas...